Chávez no ha
muerto, vivirá en la figura de Maduro, nuevo presidente constitucional de
Venezuela. El régimen chavista se caracterizó por medidas populistas y por
malas decisiones de política económica dejando a Venezuela en camino al “abismo económico”.
Históricamente Venezuela
se ha caracterizado por ser un país productor y exportador de petróleo y
durante el régimen chavista no fue la excepción. El crecimiento de Venezuela
durante el gobierno chavista fue, en un principio pobre, hasta que en el 2003
se dio la expropiación de la industria petrolera lo que impulsó artificialmente
las tasas de crecimiento económico financiando gasto público excesivo por los
ingresos petroleros.
Chávez dejó un legado
económico nada alentador, algunos datos de la economía venezolana son; inflación
de 20.9% en el 2012 (recientemente impulsada a la alza por la devaluación), un
déficit presupuestal de 17.5% del PIB, una economía altamente petrolizada (lo
que la hace muy vulnerable a choques exógenos), deuda pública del 49% y creciente
( a pesar de que los precios del petróleo son históricamente altos), una
dependencia del 95% de las exportaciones al petróleo, dependencia excesiva del ingreso gubernamental al petróleo (45%), incertidumbre sobre la defensa
de los derechos de propiedad (resultado de constantes expropiaciones) y un
sistema cambiario controlado (tratando de detener la constante depreciación de
su moneda y generando un mercado negro de divisas). Hay también algunos
aspectos positivos; se redujo la pobreza (producto de su política populista) y
aumentó la educación media.
La política populista genera una pérdida en términos de productividad, ya que se asignan recursos a sectores menos productivos y, si a esto le sumamos las continuas expropiaciones que desincentivan la inversión, el resultado es una pérdida en la productividad total de los factores. Resulta evidente
que, de seguir esta política populista, Venezuela está destinado al colapso
económico que se puede ver agravada por la desconfianza
internacional hacia el régimen, generando un problema de flujo de efectivo
del gobierno (suspensión del crédito externo), lo que se traduciría en una importante
reducción del gasto público (su principal motor del crecimiento). Otro aspecto relevante es el descontento o la polarización social
dados los resultados de la elección, este es otro aspecto por lo que el
gobierno tiene incentivos a aumentar el gasto público para así legitimarse, lo
que llevaría a un mayor desajuste en las finanzas del gobierno, acelerando el paso hacia una inminente crisis.
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