lunes, 15 de abril de 2013

Venezuela, hacia el abismo económico.



Chávez no ha muerto, vivirá en la figura de Maduro, nuevo presidente constitucional de Venezuela. El régimen chavista se caracterizó por medidas populistas y por malas decisiones de política económica dejando a Venezuela en camino al “abismo económico”.
Históricamente Venezuela se ha caracterizado por ser un país productor y exportador de petróleo y durante el régimen chavista no fue la excepción. El crecimiento de Venezuela durante el gobierno chavista fue, en un principio pobre, hasta que en el 2003 se dio la expropiación de la industria petrolera lo que impulsó artificialmente las tasas de crecimiento económico financiando gasto público excesivo por los ingresos petroleros.

Chávez dejó un legado económico nada alentador, algunos datos de la economía venezolana son; inflación de 20.9% en el 2012 (recientemente impulsada a la alza por la devaluación), un déficit presupuestal de 17.5% del PIB, una economía altamente petrolizada (lo que la hace muy vulnerable a choques exógenos), deuda pública del 49% y creciente ( a pesar de que los precios del petróleo son históricamente altos), una dependencia del 95% de las exportaciones al petróleo, dependencia excesiva del ingreso gubernamental al petróleo (45%), incertidumbre sobre la defensa de los derechos de propiedad (resultado de constantes expropiaciones) y un sistema cambiario controlado (tratando de detener la constante depreciación de su moneda y generando un mercado negro de divisas). Hay también algunos aspectos positivos; se redujo la pobreza (producto de su política populista) y aumentó la educación media.

La política populista genera una pérdida en términos de productividad, ya que se asignan recursos a sectores menos productivos y, si a esto le sumamos las continuas expropiaciones que desincentivan la inversión, el resultado es una pérdida en la productividad total de los factores. Resulta evidente que, de seguir esta política populista, Venezuela está destinado al colapso económico que se puede ver agravada por la desconfianza internacional hacia el régimen, generando un problema de flujo de efectivo del gobierno (suspensión del crédito externo), lo que se traduciría en una importante reducción del gasto público (su principal motor del crecimiento). Otro aspecto relevante es el descontento o la polarización social dados los resultados de la elección, este es otro aspecto por lo que el gobierno tiene incentivos a aumentar el gasto público para así legitimarse, lo que llevaría a un mayor desajuste en las finanzas del gobierno, acelerando el paso hacia una inminente crisis.












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